Plumilla del laureado maestro Arturo Michelena, tinta que plasma la arrogancia del torero criollo cuando despuntaba el alba de la fiesta en Venezuela.
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EL VITO
El
camino que condujo la Fiesta en Venezuela desde aquel festejo en la isleta de
Cubagua, primera corrida de toros en tierras de América - celebración del advenimiento de Felipe II
-, a las grandes ferias en el Siglo XX está
lleno de fatalidades, prohibiciones, rivalidades y la presencia de grandes
maestros del toreo que forjaron las
herramientas para el ejercicio del oficio del toreo en Venezuela.
El historiador Manuel Landaeta Rosales, cuenta
que la Caracas de mediados del siglo XIX tuvo varias plazas de toros y fueron
muchos los toreros nativos que con sus actuaciones, triunfos y fracasos,
sostuvieron la afición por el espectáculo taurino de los caraqueños.
Fueron
las plazas de La Glorieta y La
Candelaria los escenarios donde los nativos Fabiano Martínez, José Flores,
Enrique Flores, Prudencio Pino, José Vera El Ronquito y José Salinas El Catire,
cubrieron las temporadas desde 1840 a 1870, con ganado cunero, o criollo que es
como se denominan las reses mestizas en Venezuela.
La
muerte de El Catire, en la Plaza Leyes Patrias de Puerto Cabello, fue todo un
acontecimiento, porque ocurrió durante la lidia de un toro, hecho que creció en
la difusión boca a boca, hasta convertir al Catire Salinas en la leyenda
de valiente sacrificado en aras de la
nobleza de El Toreo Nacional. Fatalidad que, como lamentablemente sucede,
estimuló el crecimiento de la Fiesta. Morbo que aprovechó el empresario Sergio
Ruiz, para contratar al matador de toros
español José Romero Andaluz, para que actuara en la plaza de La Candelaria,
donde “se montan espectáculos taurinos al estilo español”, presentándose por
primera vez en Venezuela toreros en trajes de luces el 3 de diciembre de 1863.
Andaluz hizo su debut el 26 de junio de 1864 en la cual, como rezaba el cartel
de calle “todo el aparato será de estilo español”. Los nativos contratados por Sergio Ruiz para esta temporada eran
“algunos que hacían pantomimas y payasadas”.
En
1883 fue inaugurado el Circo Hipódromo, el 28 de octubre de 1883, plaza donde
se desarrolló buena parte de la torería
criolla, y la Plaza de Pueblo Nuevo, donde en 1884 perdió la vida el
lidiador José Inés, de una fatal cornada
cuando ejecutaba la suerte de descabellar al toro con un arponcillo de la
banderilla.
Curiosos
nombres de profesión los de los artistas criollos que nutrieron los carteles en
la plaza de Puente Nuevo, como Rafael Parra, Cara de piedra, Dionisio Martínez,
Churco, Ruperto Ibarra, Pajarito, Vicente González, Chaumaparro y Santiago
Ávila Cigarrón.
Un
acontecimiento histórico fue la presentación en Valencia, del matador de toros
español Vicente Méndez, El Pescadero, el 30 de agosto de 1885. Y el motivo para
considerarlo acontecimiento fue el que ese día se picaron, por primera
vez, los toros en una corrida en
Venezuela. El periódico La voz pública de la ciudad de Valencia, cuenta que “En
la corrida de ayer, el primer toro de La Candelaria tomó cuatro varas de mal
grado, no pudiéndose por esto apreciar las cualidades del Chele, si bien
podemos asegurar que tiene resolución y fuerzas, primer condiciones de un buen picador… “El Chele se
desquitaría el 13 de septiembre, pues a
un toro marquero (Hermanos Márquez) de nombre Lince “Chele le puso seis varas
que fueron muy aplaudidas.
El
8 de junio de 1894 el Gobierno del Distrito Federal prohibió “dar muerte a los
toros en el Hipódromo, durante los espectáculos como después…” Todo a causa de
las querellas que se produjeron en los tendidos entre los asistentes, que
protestaron por el mal juego de las reses, o por inhibición de los espadas. Fueron dos años de
prohibición, y los festejos realizados en la plaza Hipódromo de Caracas fueron
incruentos. Esta prohibición se levantó
con la inauguración del Circo Metropolitano, con capacidad para 4 mil
espectadores y de fino acabado. Hasta la fecha la más importante de las plazas
de toros en la historia de la capital de Venezuela. Al Metropolitano fueron contratados los españoles Francisco
González “Faíco”, Diego Rodas “Morenito de Algeciras”, Bonacillo, Parrao, El
Boto, Manuel Jiménez “Chicuelo”, Almanseño, Chiquito de Begoña, toreros españoles
que se residenciaban en las pensiones alrededor de la Plaza Mayor, e hicieron
de Caracas su cuartel para sus temporadas por las plazas del interior de la
República de Venezuela, o de los vecinos
Colombia y el Perú.
Una
tarde en Valencia, estado Carabobo,
mientras recibían en los corrales de la plaza de toros una corrida de
toros del general Obdulio Batalla, fue corneado fatalmente el matador de toros Saturnino Aranzáez el 12 de
marzo de 1912. Coincidencialmente, ese mismo día en España moría la esposa del
torero.
Dos
toreros criollos que, para esa época,
hicieron campaña por ruedos de los andes y el llano venezolano fueron
Pablo Mirabal, “El Rubio”, Vicente Mendoza “El Niño”. Toreros muy importantes,
El Niño fue el padre de Julio Mendoza, que más tarde alcanzaría el gradote
matador de toros en Salamanca, España, y confirmaría su grado en Madrid. Era el
año de 1912 el año de un personaje muy importante en Caracas, el torero Joaquín
Briceño “El Trompa”, primer torero de masas en Venezuela, insustituible en las
corridas de la capital venezolana.
Un
par de años más tarde, el 11 de enero de 1914,
se lidió en Caracas el primer toro español, a muerte. El astado procedía
de las dehesas del duque de Veragua y el lidiador que le dio muerte fue Manuel
Rodríguez, Manolete padre.
En
1918 llegó a Caracas procedente de Lima, el trianero Juan Belmonte. El 10 de
marzo alternó con Rufino San Vicente
“Chiquito de Begoña” y el 31 de marzo toreó su beneficio matando cuatro toros
de los potreros del general Juan Vicente Gómez, en Mariara.
El
23 de agosto de 1920, ya inaugurado el Nuevo Circo de Caracas –la plaza más
importante de Venezuela -, como consecuencia de un palotazo en el pecho, que le
produjo intensas hemorragias internas, falleció el torero Isaac Olivo “Meri”.
A
España viajó Luis Emilio, en 1916, y se presentó en la plaza de las Arenas de
Barcelona. Fue el primer venezolano en actuar en una plaza española, y por ser de raza negra, la empresa de la
Ciudad Condal anunció a Luis Emilio Olivo como un elemento extravagante de la
fiesta de los toros. Olivo toreó en compañía de Daniel Martínez Piñero y lidió
utreros de Pedro Sánchez. Junto a ellos otro raro elemento, el jinete brasileño
que en el cartel anunciaron sin nombre y sí como "el campeón invencible de
La Chirigotería".
Este
Luis Emilio Olivo, que tiene el mérito de haber sido el primero, y
lamentablemente olvidado. Era del grupo de toreros que se formó junto al
tachirense Felipe Reina Contreras, "Niño de Rubio", quien, además de
haber sido matador de postín, en Venezuela, llegó a ser destacada figura de la
torería subalterna en España.
Aunque
"Niño de Rubio" cruzó el Atlántico junto a Eleazar Sananes,
"Rubito", como banderillero del josefino, más tarde, en 1926, hizo su
presentación en Barcelona como novillero. "Niño de Rubio" fue junto a
Sebastián Rivero "Chaleco", un torero de gran audacia y no escasa
inteligencia. Fue de los toreros que dignificaron la fiesta en nuestro medio, y
cundió tanto su ejemplo, como el de casi todos los que integraban la torería
nacional de entonces, que llegó a entusiasmar a los muchachos de la época para
seguir sus pasos.
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