EN MARACAY UN JUEZ AGRARIO
ADELANTA UN CRIMEN CONTRA LA FIESTA DE LOS TOROS A NIVEL NACIONAL
EL VITO
Maracay; especial.-Mientras
un Juez Agrario enredaba en su madeja de irregularidades constitucionales y de
agresiones contra la fiesta de los toros, en la arena de Maracay ocurría un
alzamiento cívico muy importante: los toreros desacataron la ignominia y
ocurrió una rebelión de autoridad muy importante que pudiera marcar el destino
del toreo en Venezuela.
Se cumplía el mandato del
todo poderoso movimiento antitaurino universal, ese de tentáculos que abrazan
el universo de la fiesta.
Mientras eso ocurría, en
Maracay su celebró el mano a mano entre César Altuve y Antonio Suárez con
cuatro desiguales novillos de Laguna Blanca.
El festejo se inició con una
hora de retraso, demora provocada por los que ocurría tras bastidores y que no era
otra cosa que el matar la fiesta de los toros. Asesinar, intención indudable, en
un sentido de identidad nacional uno de los símbolos de la ciudad.
Bien estuvo Altuve en el
primero de la tarde. Un novillo bien presentado, mejor presentado que los que
destinan para las figuras del toreo en plazas monumentales como las de San Cristóbal y Mérida. Bien a seca y
sin embargo y a pesar de una estocada de deficiente colocación fue premiado con
una oreja.
Una oreja cortó también el
tachirense Antonio Suárez. Un torero descubierto por la afición del Calicanto
con su señero toreo de capa y por el empaque con el que realiza las suertes
fundamentales de muleta.
Ha sido una noche importante para la fiesta, pues
mientras cosas de política antitaurina le asestaban la puñalada trapera a los
toros en Venezuela, en Maracay dos novilleros lograron expresar aires de
esperanzas con sus buenas maneras taurinas
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