Una cita en medio de San Isidro, en el Real Sitio de
Aranjuez para tres monarcas del toreo: Morante, El Juli y Castella
EL VITO
PABLO, EDUARDO Y JOSÉ LUIS |
El 30 de mayo es el día de San Fernando. Un día que por
tradición, ha sido importante de toros en Aranjuez. Importancia que resalata,
por su vecindad con la temporada
de la Feria de San Isidro en su plenitud, la que en vez de arroparle, le
resalta porque le da el frescor de los aires que mecen el toreo, esa frescura
de campo, de fresco jardín, que supo plasmar en el pentagrama el maestro
Joaquín Rodrigo
Cuando visitamos por primera vez el Real Sitio era agosto de 1971. Atendíamos una
cortesía, de quien ha sido un
apreciado amigo y admirado taurino, en el tiempo de nuestra vida. Nos
referimos a José Luis Lozano.
En aquella oportunidad además de El Palomar, hermosa finca del joven maestro
Sebastián Palomo, visitamos Aranjuez. José Luis y Eduardo Lozano ,tenían el
pulso de la manija del toreo en sus manos. Aquella fecha de la temporada del año 71, nos reunimos con
taurinos de la época, como Gonzalo Carvajal, Curro Fetén, Benjamín Ventura
Remacha y unos muchachos colombianos de vacaciones en España. Entre estos, uno de ellos hijo del presidente
Pastrana Borrero, Andrés Pastrana, más tarde sería Presidente de Colombia y
muchas veces protagonista importante de hechos trascendentales en la historia
de la nación hermana.
Manolo Lozano -el "Loco", para los irreverentes
del genio- torero de alternativa y taurino para la historia, nos contaba que la
gente de Alameda de La Sagra era
gente de Domingo Ortega.
Aquello no le agradaba a los Camará, Pepe y Manolo, que fueron
nuestros amigos, y que nos introdujeron a su padre don José Flores en el Hotel
Pintor, Calle de Goya en Madrid. José Flores, gran admirador de Gallito -lo que reventaba a Manolete, "belmontista" a morir -, departía en silenciosas reuniones con don César Jalón "Clarito". Aquello lo recordaba Manolo Lozano , y aún lo hace, de vez en cuando, cuando desempolvamos los cuadernos del recuerdo intercalando en sus páginas vivencias que ahora revive Pablo Lozano, "el otro" Lozano, el de "la muleta de Castilla, el de los toros en el campo, el de la sonrisa eterna, el más entendido en ganaderías entre los más sabios del toreo.
Pablo Lozano revivirá el 30 de mayo próximo la grandeza
taurina de aquel Aranjuez que conocimos un día de San Fernando, cuando los
jardones y don Livinio preparaban un San Isidro que en el tiempo convertiría la
Fiesta de los Toros en la grandeza que vive hoy.
Nuestra primera visita al Real Sitio fue con Fernando
Jardón, empresario de Las Ventas,
y Manolo Cisneros, apoderado Romero. Nos reunimos en Casa Pablo, allí
festejamos el onomástico del maestro vallisoletano Fernando Domínguez.
Aquel Día de
San Fernando se agregó al grupo el maestro Manolo Escudero, el querido torero de
Embajadores La tertulia subió su temperatura, al calentarse con el capote de que si
era necesario "enterrarse o levitarse". El de Valladolid decía
que el toreo es como el baile, hay que "levitar las suertes", mientras que el
rubio torero de Castilla insistía en "sembrar las
zapatillas", como las raíces de un árbol que da frutos de arte, con
templadas verónicas.
Era aquel el tema de Azorín, la horizontal que ordena la obediente vertical, geometría castellana del toreo.
Para este 30 de mayo Pablo Lozano apartó con su envidiable
criterio una corrida salmantina de Garcigrande y Domingo Hernández, para Morante
de la Puebla, Julián López "El Juli" y el francés Sebastián Castella.
Leyendo la noticia se aviva la memoria, y entre un recuerdo y otro salta
nombres como los de Ordóñez,"Antoñete", El Cordobes, Camino, Puerta, El
Viti, Palomo, El Capea, Robles, Manzanares ....
Todo siempre ligado a la grandeza de la dinastía de Alameda
de la Sagra, la de los señores hermanos Lozano
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