EL
PÚBLICO
¿Respetable?
EL VITO
El
público es parte muy importante de un espectáculo. Es la
aceptación, o el rechazo por parte del público, lo que le da rango y jerarquía a la plaza y al espectáculo.
Esto no es exclusividad de la Fiesta de los Toros, esta situación existe en la
Ópera, el Ballet, el Deporte.
Vale recordar la referencia que se hace del éxito
de un tenor por el sólo hecho del acontecimiento de la haber recibido “una gran
ovación del público de la Scala de Milán”. Lo mismo ocurre con una "saludos desde el tercio en Sevilla o en Madrid, que un rabo en alguna de nuestras talanqueras.
El
público en los toros es el que le da categoría a las plazas de toros. No cabe la menor duda. En Sevilla,
la conducta de su público durante la lidia es un referente de calidad. Lo mismo son los "olés" en la Plaza Monumental México. Hay
plazas como la francesa de Nimes que imitan a Sevilla en sus silencios. La
dureza de Madrid es universalmente conocida, aunque su entrega es
consagratoria. Triunfar en Madrid, es la consagración de un torero.
Ahora
bien, amable lector, ¿Cree usted que el público es “respetable”?
Surge la pregunta porque es usual leer
o escuchar a los relatores de los eventos taurinos referirse al público como “el
respetable”. Es un latiguillo redaccional, eso lo sabemos; pero cunde la especie de que el público merece respeto.
¿Se respetan los públicos así mismo?
¿Se respetan los públicos así mismo?
Aquí creemos que hay que partir de algo fundamental: para ser
respetable, hay que respetarse así mismo.
Insisto ¿Se respeta el público de los toros así mismo?
Insisto ¿Se respeta el público de los toros así mismo?
Consideremos
la situación con respecto a las plazas venezolanas. A todas las plazas de Venezuela
donde se lidian toros sin trapío, edad, peso y con las astas manipuladas.¿Cuando el público público acepta esta situación, se respeta
así mismo?
No sólo
la presencia del toro en nuestras plazas es impresentable, también la de los
propios toreros, de las condiciones en las que se encuentran las plazas de toros. Hay que ver cómo visten los banderilleros, en el estado de hambre que parten plaza los jamelgos de los alguacilillos. Surge ahora, para estar de acuerdo con la moda política, una especia de movimiento populista entre los taurinos
venezolanos para y que darle oportunidades a los toreros criollos. Si este
movimiento se ajustara a cánones éticos y estéticos, lo apoyaríamos sin reparo; pero nos preguntamos si es necesario recurrir a lo vulga, r para soportar este movimiento.
De ser así el público no se respeta. No es respetable.
De ser así el público no se respeta. No es respetable.
Este público es el mismo que llevan al patíbulo político, un
público irracional que confunde ideas con actitudes y se convierte en la
corriente y maloliente “muchedumbre sedienta” a la que se refirió Federico
García Lorca, esa muchedumbre aullante, gesticulante, babeante que lleva en el
cráneo un cerebro de reptil.
Una muchedumbre que nos convierte, a todos, en
público.
Nada respetable,
por cierto.
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